El miércoles pasado cogí mi equipaje y puse rumbo a Évora. De allí acabo de regresar. Fui a un Congreso de profesores de español del que creo que en breves hablaré. Pero también me apetecía hacer un viaje sola porque ya iba siendo hora. Parecerá una tontería pero tenía ganas de sentirme sola en un lugar extraño. Bueno, Évora está aquí al lado (2 horas y media) y la gente te habla en un maravilloso Portuñol cuando ve que eres de España, así que los problemas de entendimiento no fueron demasiados, por algo se empieza. La gente que me conoce desde hace tiempo no se cree que yo sea tímida (simplemente porque hablo por los codos) pero sí lo soy y mucho, así que creo que este tipo de situaciones tiene que favorecerme y ayudarme a superar esas barreras autoimpuestas. No pretendo engañar a nadie, no he hablado con tanta gente como me gustaría pero las pocas con las que lo he hecho, he tenido conversaciones enriquecedoras e interesantes.
Vuelvo con nuevas sensaciones, con ganas de hacer nuevas cosas, hasta he pensado en irme a Portugal una temporada, a estudiar, a aprender, a buscar trabajo (aunque Portugal no atraviesa ahora una buena situación),... algo que no sé si haré. Y vuelvo con ganas de aprender portugués. Ya hace tiempo que me planteo la necesidad de aprender un nuevo idioma. El plazo de preinscripción en la Escuela de Idiomas ya ha pasado y entrar en portugués aquí es bastante complicado incluso con preinscripción. No obstante, lo intentaré. Si no hay plazas, me apuntaré a italiano o a alemán.
Como veis, el viaje me ha ayudado a cargar las pilas. Vuelvo animada y con ganas.
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