LÁZARO
Un tal Lázaro Vélez se incorporó en su tumba, se despojó lentamente de su sudario, abandonó el camposanto y empezó a caminar en dirección a su casa. A medida que iba siendo reconocido, los vecinos se acercaban a abrazarlo, le daban ropas para que cubriera su desnudez, lo felicitaban, le palmeaban la espalda huesuda.
Sin embargo, a medida que la voz se fue corriendo, la bienvenida ya no fue tan cálida. Un hombre que había ocupado su vacante en la sucursal de Correos, le increpó duramente: «Tu regreso no me alegra. Vas a reclamar tu puesto y quizá te lo den. O sea que yo me quedaré en la calle. Recuerda que en mi casa tengo cinco bocas para alimentar. Prefiero que te vayas. »
La viuda de Lázaro Vélez, que, pasado un tiempo prudencial, se había vuelto a casar, le incriminó: «¿Y ahora qué? ¿Acaso pretendes que me condenen por bígama? Si quieres que sea feliz, desaparece de mi vida, por favor. »
Un sobrino, que en su momento había heredado sus cuatro vacas y sus seis ovejas, le reprochó airado: «No pretenderás que te devuelva lo que ahora es legalmente mío. Vete, viejo, y no molestes más.»
Lázaro Vélez resolvió no seguir avanzando. Más bien comenzó a retroceder, y a medida que desandaba el camino se iba despojando de las ropas que al principio le habían brindado.
Por fin, un viejo amigo que lo reconoció y no le reprochó nada (quizá porque nada tenía) se acercó a preguntarle: «Y ahora ¿a dónde irás?» Y Lázaro Vélez respondió: «A recuperar mi sudario.»
Mario Benedetti.
Creo que la gente huiría asustada de ver a un muerto andando.
ResponderEliminarHay un cuento de las Virtudes, creo que era el título, de Benedetti muy bonito.
Euphemia
El cuento nos lo puso ayer la preparadora de oposiciones para hacer un comentario. Me gustó y lo quise compartir.
ResponderEliminarBenedetti me encanta pero sobre todo he leído poesía y un librito que me regaló una amiga, Pedro y el capitán, pero de sus cuentos, no he leído nada, un nuevo apunte en mi lista de lecturas pendientes, aunque a esta lectura le permitiré colarse un poco de otras, estoy segura de que me encantarán. Tomo nota de las Virtudes.
Un abrazo.
EL CUENTO DE LAS VIRTUDES, LOS SENTIMIENTOS Y LAS CUALIDADES
ResponderEliminarCuentan que una vez, se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso: ¿jugamos al escondite?
La intriga levantó las cejas intrigada y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó: ¿al escondite? ¿y cómo es eso?
Es un juego, explicó la locura, en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar de uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El entusiasmo bailó secundado por la euforia, la alegría dio tanto saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar: La verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?, si al final siempre la encontraban; y la soberbia opino que era un juego muy tonto pero en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya; y la cobardía, la cobardía prefirió no arriesgarse.
Uno, dos, tres,... comenzó a contar la locura.
La primera en esconderse fue la pereza que, como siempre, se dejo caer tras la primera piedra del camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo que, con su propio esfuerzo, había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso (para alguno de sus amigos): que si un lago cristalino, ideal para la belleza; que si la rendija de un arbol, perfecto para la timidez; que si el vuelo de una mariposa, lo mejor para la voluptuosidad; que si una rafaga de viento, magnifico para la libertad. Asi que termino por ocultarse en un rayito de sol.
El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno. Desde el principio lo encontró ventilado, cómodo, eso sí, sólo para él.
La mentira se escondió en el fondo de los oceanos. ¡Mentira! En realidad se escondió detrás del Arco Iris. Y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvidó donde se escondió, pero bueno eso no es lo importante.
Cuando la locura contaba novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve el amor aún no habia encontrado sitio para esconderse pues todo se encontraba ocupado. Hasta que divisó un rosal, y enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
Un millón!!! contó la locura. Y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la pasión y al deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y, claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintio sed, y al acercarse al lago, descubrió a la belleza. Y con la duda resultó ser más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos: el talento entre la yerba fresca; la angustia en una oscura cueva; la mentira detrás de El Arco Iris, ¡mentira!, si ya estaba en el fondo del océano; y hasta al olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.
Pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando iba a darse por vencida, divisó un rosal y sus rosas.
Tomó una rama y comenzó a moverla cuando de pronto un doloroso grito se escuchó.
Las espinas habían herido en los ojos al amor. La locura no sabía que hacer para disculparse: lloró, rogó, le pidio perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra, el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.
Mario Benedetti
Hola, Jara, ya te colé el cuento, espero que te guste. Creo que hay otras versiones pero ésta es la que yo conocía.
ResponderEliminarEuphemia
Muchas gracias, me ha gustado mucho.
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